Poner fin a la falta de vivienda está profundamente conectado con la justicia climática. Cuando ocurren desastres naturales, las personas con menos recursos son las que tienen más probabilidades de verse afectadas y quedarse sin un lugar donde vivir en el futuro previsible.
Sin una acción inmediata para mitigar los impactos del cambio climático, el desplazamiento, el aumento del daño y la pérdida de vidas afectarán de manera desproporcionada a las comunidades marginadas, las comunidades de color y las personas que viven en la pobreza, lo que, por consiguiente, resultará en un aumento de la falta de vivienda.
El cambio climático está ocurriendo
Durante la Revolución Industrial, la actividad humana comenzó a impactar el medio ambiente de manera significativa. Desde entonces, la sociedad solo ha incrementado la quema de combustibles fósiles y la transformación de grandes áreas de bosques para crear más espacio para la agricultura. Estas acciones generan emisiones que permanecen atrapadas en la atmósfera terrestre, reteniendo el calor del sol y aumentando las temperaturas en todo el planeta. El aumento de las temperaturas y la destrucción de los bosques conducen a una mayor probabilidad de sequías, incendios más severos, escasez de agua, derretimiento de los casquetes polares, aumento del nivel del mar, mayores probabilidades de inundaciones y disminución de la biodiversidad. Estos desastres ya resultan en innumerables muertes cada año, pero siempre afectarán a los más vulnerables al daño, ya sea a nivel internacional o en los Estados Unidos.
Impacto desproporcionado
Cuando las personas tienen menos recursos a su disposición, están menos preparadas para enfrentar cambios significativos o desastres naturales debido al cambio climático. Sin embargo, las políticas históricas y actuales resultan en que las comunidades marginadas enfrenten los mayores impactos de los desastres, particularmente las personas de color. Un ejemplo es el redlining, una práctica sistémica de excluir a las personas de color de ciertos vecindarios. Se ha demostrado que las comunidades afectadas por el redlining tienen un mayor riesgo de inundaciones que las áreas no afectadas, lo que puede resultar en una disminución significativa del valor de las viviendas, pérdida de posesiones durante una inundación e incluso la pérdida de una vivienda si las inundaciones se vuelven severas. Las personas de color, especialmente los afroamericanos, aún tienen más probabilidades de vivir en estas comunidades afectadas por el redlining que los estadounidenses blancos. Otros desastres climáticos, como incendios o clima extremo, también pueden dejar a las personas sin hogar y con recursos limitados para obtener ayuda. El trabajo por la justicia climática significa proteger a las personas en comunidades pobres y marginadas de tener que experimentar estas crisis y quedarse sin hogar.
Crisis actual para las personas sin hogar
Para las personas que actualmente no tienen hogar, el cambio climático es una emergencia omnipresente. Las condiciones climáticas extremas, como las tormentas invernales o el calor severo, tienen un impacto evidente en la falta de vivienda sin refugio: para las personas que ya viven a la intemperie, el clima extremo puede significar la vida o la muerte. Los adultos mayores, las personas con trastornos por uso de sustancias y aquellos que experimentan falta de vivienda crónica también tienen un mayor riesgo de efectos adversos para la salud debido a las temperaturas extremas. Estas condiciones climáticas resultan en preocupaciones médicas crónicas, un mayor riesgo de hipotermia y una tasa de mortalidad más alta. Las personas sin hogar necesitan que los legisladores actúen ahora para reducir el impacto de las crisis climáticas y disminuir la tasa de cambio climático a través de políticas y preparación. De lo contrario, estas personas ya vulnerables estarán en mayor riesgo de muerte.
La emergencia es ahora
Durante un desastre natural, el sector de atención a personas sin hogar, los equipos de respuesta a emergencias y las comunidades entran en acción para cuidar a las personas más afectadas. Esta respuesta a menudo implica la creación de refugios de emergencia para personas que han perdido sus hogares o han sido desplazadas, proporcionar atención médica a los afectados y entregar suministros directamente a las ubicaciones más impactadas. Los esfuerzos de reconstrucción suelen seguir, aunque históricamente no han logrado alcanzar a todas las personas que viven en la pobreza y las comunidades de color.
Sin embargo, la falta de vivienda en sí debería tratarse como una emergencia, incluso en ausencia de un desastre natural. Es probable que más personas experimenten falta de vivienda y desplazamiento debido al cambio climático, y la forma en que experimenten la falta de vivienda será menos segura si no se trata como la verdadera emergencia que es. Los refugios de emergencia y el aumento del desarrollo de viviendas deberían financiarse durante todo el año, no solo como resultado de una catástrofe. Si continuamos sin hacer nada para frenar el cambio climático o alterar la respuesta a la falta de vivienda frente a esta realidad, los impactos solo empeorarán, especialmente para los más vulnerables.
Manténgase informado: Soluciones, historias y formas de generar impacto
Regístrese para recibir actualizaciones sobre el trabajo de la Alianza, incluyendo las últimas investigaciones, esfuerzos de promoción e historias reales de progreso — además de formas en las que puede ayudar a impulsar un cambio duradero.