La siguiente publicación forma parte de una serie de blogs que exploran los impactos dañinos de la reciente Orden Ejecutiva del Presidente Trump sobre la falta de vivienda. En cada publicación, el personal de Alliance discutirá un componente de la Orden Ejecutiva y cuáles serán las implicaciones en los servicios para personas sin hogar. Tenga en cuenta que Alliance no puede proporcionar ni proporciona asesoramiento legal. Consulte a un abogado para obtener interpretaciones legales.
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Lo primero que se nota al leer la reciente Orden Ejecutiva del Presidente Trump sobre la falta de vivienda es el lenguaje. Comenzando con el título, la Orden vincula explícitamente la falta de vivienda con la actividad delictiva con palabras como “comportamiento desordenado, confrontaciones repentinas y ataques violentos”, al tiempo que vincula la salud mental con la criminalidad y los delitos sexuales.
Los estereotipos sobre la falta de vivienda no son nada nuevo. Pero es nuevo ver a un Presidente abrazarlos tan agresivamente.
Por qué es importante
El trabajo para acabar con la falta de vivienda ya es difícil. Se hace aún más difícil por los funcionarios electos que insisten en que esto es simplemente una cuestión de comportamientos personales (en este caso, comportamientos delictivos).
Esta mentalidad absuelve a los legisladores de abordar los problemas estructurales que impulsan esta crisis y afectan a todos los estadounidenses: una prolongada escasez de viviendas asequibles, una red de seguridad social muy delgada y un sistema legal penal roto, por nombrar solo algunos. Pero para muchos, es más fácil culpar a la gente por su pobreza y falta de vivienda.
Lo que es peor son los grotescos precedentes históricos de este enfoque.
Posicionar a grupos enteros de personas como criminales e indeseables siempre ha sido una táctica para justificar la discriminación, la marginación y el odio. A lo largo de nuestra historia, hemos visto que esto se usa contra personas en función de su raza, religión y sexualidad. Más recientemente, lo hemos visto usado contra toda una serie de grupos de personas: receptores de Medicaid, personas que ejercen su derecho a protestar, personas trans, inmigrantes recientes y ciudadanos estadounidenses de origen latino. A nivel mundial, es una justificación constante para el genocidio.
¿Por qué usar un lenguaje dañino?
Usar este lenguaje justifica la intención de la Orden: tácticas policiales de mano dura (incluidas las agresivas redadas de campamentos), amenazas de arresto e institucionalización forzada.
Esta es una estrategia contundente y simplificada que ha demostrado que fracasa en la reducción de la falta de vivienda. Se podría argumentar que representa la ausencia total de cualquier estrategia cohesiva sobre la falta de vivienda. Y la única forma de justificarlo es comunicar cínicamente al mundo que las personas sin hogar son inherentemente peligrosas e indignas de los mismos derechos a los que tenemos derecho el resto de nosotros.
La frustrante realidad es que los presidentes tienen un papel clave en proporcionar liderazgo, recursos y estrategia para abordar esta crisis. Y tienen una inmensa plataforma para educar al público y dar forma a la narrativa sobre la falta de vivienda.
Pero el lenguaje de esta Orden Ejecutiva tiene la intención de estigmatizar aún más a las personas por su falta de vivienda. Eso no promueve soluciones; solo cultiva más miedo y desconfianza.
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