Las políticas discriminatorias históricas y actuales continúan determinando quién tiene acceso a recursos y oportunidades. Desde el impacto duradero del redlining en el acceso a la vivienda hasta la discriminación continua en el empleo y los préstamos, estas barreras sistémicas crean vías hacia la falta de vivienda que afectan desproporcionadamente a los nativos hawaianos, isleños del Pacífico, indígenas americanos, nativos de Alaska, afroamericanos y latinos, personas LGBTQ+ y personas con discapacidades. Comprender la falta de vivienda requiere reconocer cómo estos sistemas interconectados de discriminación trabajan juntos para negar a las comunidades los recursos y oportunidades necesarios para la estabilidad habitacional.
Impactos desproporcionados de la falta de vivienda
Los datos son claros: si bien la falta de vivienda afecta a personas de todas las edades, razas, capacidades físicas y cognitivas, etnias e identidades sexuales, impacta desproporcionadamente a algunos grupos y poblaciones. El racismo y la discriminación sistémica en la vivienda, el empleo, la educación, los salarios, el sistema legal penal y la atención médica, en última instancia, privan a las personas de oportunidades y las colocan en un mayor riesgo de falta de vivienda.
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